Foto: Pablo Mendiola
Hace unos meses, desde el portal de Deportistas Solidarios en Red me avisaron de que un atleta de Madrid estaba interesado en recaudar fondos para mi proyecto.
Fue una agradable sorpresa. Me invadió la ilusión, y un cierto orgullo, pues pensé que si alguien desconocido, sin información ni referencias previas, lo había elegido entre otras muchas causas humanitarias, sería porque lo vio serio, viable y transparente, aspectos que yo me esfuerzo en transmitir en todo momento.
Sentí la necesidad de corresponder a esa muestra de interés y solidaridad de la única forma que podía: acompañándolo en este desafío. Por eso, este fin de semana acudimos a la cita, para sumarnos al apoyo que merece cualquier persona cuando emprende una hazaña de estas dimensiones, que fue mucho más épica si cabe debido a la climatología adversa.
Ndokh y el deporte están irremediablemente unidos, porque es así mi mundo, porque tengo la fortuna de estar rodeada de deportistas excepcionales que además son también excepcionales como personas.
Aun en la distancia, ahora Borja es uno más de ellos, y merece toda mi admiración, tanto en lo deportivo por su esfuerzo titánico, como en lo personal por su implicación y por contribuir a fomentar la solidaridad desde el deporte. Si además utiliza sus valores para favorecer a los habitantes de Ndokh, lo mínimo que puedo hacer es darle mil veces las gracias.
En diciembre tengo previsto volver a Ndokh, y entonces todo el mundo conocerá a Borja, igual que ya conocen a Oscar y Miguel, a Diego, y a todos los amigos que de una u otra forma se han implicado en "Luz en Ndokh", que tantas alegrías y emociones me proporciona.
Cuando me comprometí a llevar adelante este proyecto, no tenía ni idea de que iba a recibir mucho más de lo que estoy dando. Ahora lo siento día a día y me encanta.
Gracias, a Borja, a Miki y Dani, que lo acompañaron en bici, a María, Marta, Pablo y todos los demás amigos, que nos acogieron y con los que compartimos el momento imborrable en que Borja llegó al Escorial, calado hasta los huesos, mientras un tímido sol brillaba por unos minutos en el cielo. Impossible is nothing
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