Hoy hemos ido a Ngonine con Gnylane, Amindong y Wagan. Cargados de medicamentos hasta los dientes. Tres kilómetros a pie. Por lo menos hacemos algo de ejercicio, aunque sea ligero. Hemos ido temprano, y todavía el calor no era muy asfixiante.
El doctor nos recibe con los brazos abiertos. Empezamos a sacar los medicamentos y a explicarle las pautas de aplicación, ya que muchos ni los conoce. Nos ha llevado toda la mañana, pero sólo por ver su cara, y escuchar sus palabras de agradecimiento, se da por bien empleado.
–“que estas medicinas sirvan para curar a mucha gente, y para salvar muchas vidas”.
El sistema sanitario no es precisamente ejemplar, y menos en las zonas rurales y aisladas. Tanto el médico como nosotros sabemos bien que esa dotación no la recibiría jamás, si la pidiera por los cauces normales...así que casi ha sido como un regalo de los Reyes Magos, aunque en Agosto.
Por fin podrá curar. Ahora sólo falta crear conciencia para que la gente vaya al dispensario.
En el transcurso de nuestra visita apareció una madre con un niño al que le falta un brazo. Ya conocíamos el caso, porque nos lo había contado el dia anterior, entre impotencia y pesadumbre.
Al niño le mordió una serpiente, y sus padres, en lugar de acudir urgentemente a realizar la cura, decidieron aplicarle un remedio casero. El resultado: un muñón a la altura del bíceps, y una vida truncada.
-“El niño es muy joven y se acostumbrará a vivir así”. ¿Es duro, verdad?
-“El niño es muy joven y se acostumbrará a vivir así”. ¿Es duro, verdad?
Hace unos días, en otra de las concesiones, vimos también un chico, algo más mayor, que había sido mordido por una serpiente, mientras trabajaba en el campo. Cuando Gnylane se ofreció para echarle un vistazo a su pierna, él se negó en redondo. Esperemos que éste no corra la misma suerte que el anterior.
Por la tarde, hicimos la "fiesta de los cepillos de dientes". Ellos se limpian los dientes con pequeñas ramas, algo más grandes que un mondadientes, pero desde luego es una higiene insuficiente.
Gnylane -la farmacia ambulante- había traído cuarenta cepillos, y tubos pequeños de pasta. Como para todo el poblado no había, decidimos entregarlos todos en la concesión en la que estamos alojados. Higiene dental para treinta y seis personas. Acabamos la tarde cepillándonos "en familia". ¡Fué increible y divertidísimo!.
Nos prometieron que los usarían para su fin, y no para jugar. Esperemos que estén cumpliendo con su promesa.
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