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Marismas en Mar Loch |
Por la tarde ha venido a buscarnos puntualmente. Arrancamos la furgoneta empujándola cuesta abajo. ¿Batería? Ya nos lo imaginábamos, porque el día anterior no la había parado ni en la gasolinera.
Al vernos ya nos advirtió que habrá llovido mucho y que la vuelta sería complicada.
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De portada de disco |
Por el trozo de carretera asfaltada siempre hay gente haciendo auto-stop. Nos preguntó si podía coger a un gendarme, y de dijimos que si. Luego subió otro gendarme, un comerciante que había trabajado en Salou y hablaba algo de español, un profesor de inglés de Kaolac, y otro señor que debía ser conocido del chofer. Al final, nuestro transporte pasó de privado a público.
En ese rato, y sin parar el motor, nos paramos: una vez a echarle agua, otra a ajustar algunas tuercas, otra más a mirar cómo estaba de desinchada la rueda, que efectivamente estaba, pero tampoco la hincharon porque no había con qué.
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Virgencita, virgencita, ... |
Cuando llegamos a la general, fuimos soltando gente y nos quedamos de nuevo sólos. Un rato de relativa tranquilidad, hasta que llegamos a la pista que nos devolvía a nuestra casa senegalesa.
Verdaderamente tenía razón. Los caminos estaban impracticables. Dimos muchos rodeos y se nos hizo de noche justo cuando llegamos a la zona de “alto riesgo”. Salvamos un charco-piscina, y otro, y otro. En cada uno de ellos aumentaba la tensión, y también el agua en el interior de la furgoneta.
Cada charco superado era una fiesta, hasta que pasó lo que todos nos temíamos: la furgo dijo “basta” en un charco gigante, cuando ya era noche cerrada.
El chofer fue a preguntar a una casa que se veía en las proximidades. Le dijeron donde estábamos y nos ayudaron a empujar, y poner en marcha el vehículo. Entre risas, choques de manos y palabras de agradecimiento, subimos a la furgoneta mientras el chofer nos preguntaba bromeando si teníamos medicamentos para el corazón.
Quince minutos más tarde llegábamos a Ndokh. Medio pueblo nos estaba esperando en la puerta de casa, preocupados por nuestra tardanza.
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